Tema:  «JACOB ELIAHU» por Alberto Cifuentes Avello

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Comentarios de

Alberto R. Cifuentes Avello

Fecha: 15 agosto 2025

“La información gobierna el mundo”. Winston Churchill.

“y la desinformación también”. Arca

Ámbito: DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLOGICOS

Estimo que son muy escasas las personas que saben de Jacob Eliahu y por ello lo asumo como un aporte a la información de cada lector de mis temas de actualidad.

Usted, buen lector de la Biblia, coincidirá conmigo en dos cosa. En ella no aparece algo sobre las pirámides, pero si del Acueducto de Siloé.

De este vamos a hablar ahora y que es denominado “Túnel de Ezequías”.

En 1980 un escolar (16 años), Jacob Eliahu, de esos que son más despiertos que otros, en G ese lugar se le ocurrió invitar a un compañero recorrer ese acueducto, uno por cada lado para encontrarse, según él, al centro. Así se proveyó de velas puestas en unas pequeñas balsas de madera. El compañero por el otro lado se desistió y le dejó sólo en la aventura juvenil. El compañero entraría por el lado de la fuente de la Virgen y él por la piscina de Siloé.

Pues bien, una vez dentro de este túnel, que se va estrechando cada vez más y también el nivel del agua va subiendo ocurrió que las velas se apagaron y las cerillas que llevaba se humedecieron lo que le obligó a seguir a tientas persistiendo en (según él), encontrarse con su “amigo”. Y ocurrió una instancia que cambiaría la historia de ese acueducto. Mientras iba avanzando con el agua al cuello y no precisamente limpia, en parte bien adentro toco unas zona de la pared suave y luego unas rayas y tocándolas y siguiendo sus marcas se dio cuenta que eran escrituras (mas tarde se supo que eran hebreas). De inmediato entendió que había encontrado algo que podría ser de interés público e histórico.

Logro salir al otro lado y allí se encontraba unas mujeres lavando ropa que, al ver un ser sucio, mal oliente saliendo del túnel lo agarraron a paletazos porque creían que era el demonio del cual la población en general hablaba siempre que ahí existía.

Como pudo se deshizo de esta golpiza y fue a dar cuenta a su profesor Herr Conrad Schick, de la Escuela Industrial de Jóvenes de la London Missión. Cuento corto, desde ahí aparecieron otros ya investigadores que se sumaron a muchos de períodos y siglos anteriores a reinvestigar ese acueducto. En verdad y de acuerdo a los registros históricos cómo fue posible que, a descubridores anglosajones, misioneros, ingenieros militares, cartógrafos y topógrafos armados de variados instrumentos pasaran por alto una escritura que estaba ahí por más de dos mil años.

Ocurre que ese túnel o acueducto fue construido por Ezequías en el año 701 a. C, que gobernó aproximadamente entre el 727-698 a. C. (no hay un acuerdo unánime acerca del período exacto de su reinado). Esto debido a que en la segunda mitad del s. VIII a. C. el Reino de Judá debía proteger a Jerusalén –y especialmente su fuente de agua– del ejército de Asiria que avanzaba a través de la actual Siria y Cisjordania en dirección hacia el Imperio Nuevo de Egipto. En vistas a los muchos fugitivos provenientes del Reino de Israel, cuya capital Samaria había sido tomada en el 722 a. C. por Asiria, Ezequías hizo construir un nuevo muro en torno a la ciudad, que había crecido notablemente en dirección oeste y sur, y aseguró por medio de la construcción del túnel que lleva su nombre el abastecimiento de la ciudad con agua potable (II Crónicas 32, 1-5). El ataque y el asedio de la ciudad fueron llevados adelante por el rey asirio Senaquerib en el año 701 a. C. (II Crónicas 32:30: Este Ezequías cubrió los manantiales de Gihón la de arriba, y condujo el agua hacia el occidente de la ciudad de David. Y fue prosperado Ezequías en todo lo que hizo).

El túnel (tiene 533 metros), parte de la fuente del Gihón en Jerusalén, que es la única que tiene agua durante todo el año. Es un manantial, que surge subterráneamente de una gruta al pie de la ladera sureste de Sion en el valle de Cedrón. El túnel aprovecha en dirección oeste la antigua vertiente de los Jebuseos como pozo vertical (al que se lo identifica con el canal a través del cual los israelitas, en tiempos del rey David, ingresaron a la ciudad y la tomaron –II Samuel 5, 8–; de este canal los jebuseos habrían sacado agua, pero siempre dentro del área protegida por las murallas de la ciudad). El túnel da luego muchas curvas en dirección SSO a través de la cresta de la montaña de Sion y desemboca en la piscina de Siloé. Este lugar se encontraba en el interior protegido de la ciudad. La piscina data de tiempos del Imperio Bizantino. Excavaciones posteriores descubrieron más al sur y más profundamente otra cuenca en el interior de la piscina.

En 1891, la inscripción fue arrancada de la pared del túnel y quebrada en fragmentos Fue recuperada gracias a los esfuerzos del cónsul británico y llevada al Museo arqueológico de Estambul.​

Pues bien, lo escrito por el / los obrero / s que lo construyeron dice lo siguiente:

“… el túnel … y esta es la historia del túnel mientras. . .las hachas estaban una contra la otra y mientras quedaban tres codos para (¿cortar?) … la voz de un hombre. . .llamó a su contraparte, (porque) había ZADA en la roca, a la derecha … y en el día de túnel (estando terminado) los picapedreros golpearon cada uno hacia su contraparte, hacha contra hacha y fluyó agua desde la fuente hasta la piscina por 1.200 codos. y (¿100?) codos era la altura sobre la cabeza de los picapedreros…”

Esto da a entender que dos grupos de trabajadores perforaron la roca, el primero iniciando sus tareas junto a la fuente, el otro comenzando en la desembocadura. Para guiar a los excavadores, se golpeaba la superficie. Poco antes del encuentro (aproximadamente a 30 metros de distancia), los dos grupos lograron oírse y trabajaron uno en dirección del otro, corrigiendo a cada paso la dirección. De esta última fase de la construcción del túnel data la inscripción, parcialmente conservada, ubicada cerca del final del sector sur del túnel. Había sido ubicada sobre una superficie alisada en la pared.

El túnel de Ezequías y la Inscripción de Siloé juntos representan una convergencia única de la historia bíblica y la evidencia arqueológica. A través de estos descubrimientos, se puede apreciar no solo la precisión de los relatos bíblicos, sino también la avanzada capacidad de ingeniería y el ingenio de los antiguos habitantes de Jerusalén. La preservación de estos hallazgos y su estudio continuo siguen siendo cruciales para nuestra comprensión de la historia antigua y la autenticidad de los textos bíblicos.

Como conclusión de lo expuesto, es necesario siempre contar con esos muchachos que en afán de aventura se escurren por lugares que la mayoría especialmente por prejuicios y temores infundados no tienen la capacidad de aventurarse ni al patio de su casa cuando está oscuro.

Esto, modestamente, me recuerda cuando teniendo una edad similar ingresé al centro del horno (apagado y en reparación), de la Fábrica de Tejas en Traiguén y ascendí con dos amigos hacia la parte superior de la chimenea, por medio de escalones de fierro apegados a su pared. No pudimos llegar a su borde pues el viento y la lluvia de muchos años los habían corrompidos. Nos quedamos con las ganas de mirar desde arriba a Traiguén y sus entornos.

Bibliografía:

  • Biblia Reina Valera
  • La Historia de los Judíos. Volumen I “En busca de las palabras”. 2018. Simón Schama.