Soy nacido y criado en esta Región y en específico en Traiguén, provincia de Malleco, por eso que, al ver, enterarme y saber sobre ataques incendiarios, la pena es aún más grande porque es algo que está pasando en las tierras donde he vivido gran parte de mi vida.
La maldad de algunos y el poder de destrucción, es algo que llama la atención, más aún cuando acá nadie gana y todos pierden, y las consecuencias de la derrota son más grandes y muchos no la logran dimensionar.
Lamentablemente con un ataque incendiario la producción alimentaria de nuestra Región y de nuestro país está en peligro, sí cómo usted lo lee, en peligro. En primer lugar por la escases que estamos viviendo por la pandemia y en segundo término, porque ya nadie se atreve a dedicarse a este rubro, porque a nuestros productores de alimentos no se les deja sembrar, cosechar y cultivar sus productos para el resto del país con el riesgo de convertirse en blanco de la acción de delincuentes que no están en su sano juicio, por lo cual lisa y llanamente a futuro esto puede significar que abandonen sus campos y ojo que no hablamos de grandes empresas, sino que de pequeños y medianos productores.
Le hago la siguiente consulta: ¿Le gustaría que su hijo quedara sin alimentación debido a la acción de estas mentes enfermas?
Respondo yo, como padre, y la respuesta es una sola, no. Por lo mismo he alzado mi voz, le he pedido al Gobierno que actúe, al Ministerio Público que entregue resultados de sus investigaciones, he solicitado que las autoridades vengan a ver los daños y la destrucción en terreno y que apoyen a quienes han sido víctimas de la violencia porque es inaceptable lo que está ocurriendo, cómo sucedió con una familia en Victoria hace días atrás cuando iban a realizar su trabajo o en la ruta que une Los Sauces con Lumaco.
Alcemos la voz, no nos quedemos callados, denunciemos, repudiemos y rechacemos estos actos que solo buscan atemorizarnos, porque cuando eso ocurre todos demostramos que queremos remediar esta situación, pero si no lo hacemos, estamos actuando como testigos o cómplices de esta violencia.