Tengo presente una caricatura en donde un hombre grandote, vestido de negro y con sombrero de copa mantiene en sus manos una pelota. Frente a él una muchedumbre, con pancartas y otros que protesta por lo que este personaje tiene. En el segundo cuadro, el de la pelota la tira a los que conforman el grupo de los activistas. En el tercer cuadro ahora, los activistas pelean entre ellos por tener esta pelota.
¿Por qué traigo a colación esta caricatura?
Porque hoy en Chile, la pelota y que es de la discordia está en el “pueblo” y no en los de cuello y corbata. Con esos veinticinco mil “turistas con licencia” y quizás cuantos más que hicieron y lo están haciendo dentro de nuestro país. Sencillamente están haciendo uso del sistema nacional del aprovechamiento ilícito. Y se justifican así mismo.
Entonces, tenemos que en Chile existen “chilensis” que son aquellos incapaces de ser honrados en sus labores políticas y profesionales y que la única forma que tienen para, según ellos, ser felices es a costa de todos los que sostienen al país, sea en el ámbito político administrativo, en la profesión especializada o en el pueblo mismo.
Y esto me recuerda la frase de un estimado amigo, ya fallecido, que decía “A este país solo le faltan ruedas para robarlo todo de una vez”.
Esto mismo nos lleva a este período de candidaturas en donde ya no es necesario tener curriculum sino prontuario para convencer al “pueblo” que él o ella es la solución a todos los males que de una u otra forma estamos llevando día a día, perdón no es llevando, es robando día a día.
Para poder hacer una modesta labor hoy es necesario tener un “equipo” que, dentro de una pequeña oficina, apretados unos con otros, cada uno con su escritorio y un potente computador (con capacidad para mover una ciudad), hacer la pega que antes era solo de un máximo de dos y sin este aparato tecnológico.
Claro, está la excusa, ahora no es como antes. Por eso es la necesidad de tener individualmente este potente equipo y para en grupo hacer la pega. Y si al iluminado jefe se le ocurre pedir a cada uno metas, ocurre que entra a crear un serio conflicto en el funcionario y que acarrea de inmediato una licencia médica, que aprovechará para viajar al exterior a desestresarse.
Ahí, encuentro razón a lo de Moisés de tener a los israelitas cuarenta años vagando por el desierto, es decir, para cambiar a la generación de corrompidos que tenía y poder entrar a la “tierra prometida” con la nueva generación, dispuesta a quitarle la tierra a quienes vivían ya en esa tierra y hacerla producir.
Y vaya, que interesante, también, lo que hace muchos años me dijo un destacado empresario traiguenino. Para permitir que la luminaria se mantuviese en un poste de un barrio determinado, sin ser apedreada, había que ocurrir el paso, a lo menos de dos generaciones.
Educación… Si educación de verdad, esa que entregue valores, que se entienda de ética y moral, no la dogmática ni fundamentalista, sino la que construye personas con pensamiento altruistas de entendimiento del significado del concepto equidad, generosidad, solidaridad y al mismo tiempo, responsabilidad y eficiencia profesional. Esa es la que necesitamos para cambiar nuestros chips de “chilensis” a chilenos.
Por ahora, la debilitada justicia debe cumplir el rol que la sociedad le ha entregado, es decir, hacer justicia y quienes humanamente y voluntariamente están en ese rol, que lo hagan sin ser extorsionados, sino con la capacidad profesional para la que han sido preparados.
¿Bueno, atendiendo a este tema, que me ha dejado exhausto, habrá un médico que me extienda una recetita que me permita tirarme unos días en alguna playa brasileña?