
Por Alberto Cifuentes Avello
Profesor
Ámbito: Desarrollo personal
Al tenor de dos programas de arte en cine y en la música, permítanme hablar del timorato y que es aquel en que todo se le hace difícil, viviendo siempre en el anonimato, teniendo desde ese escondite la capacidad de hacer críticas a cualquier cosa que se le ponga por delante. Así es como busca destruir lo que, según él, no corresponde su realización, por supuesto sin dar la cara.
Pues bien, este tipo de personaje disminuido no tiene la capacidad de participar o ser parte de programas en donde se requiere valentía o coraje.
Dentro de estos programas traigo a colación dos ejemplos simbólicos de acción en donde es necesaria la fortaleza de espíritu y el coraje como humano.
La película “Motín a bordo” en donde participa el actor Marlon Brando., es una muestra simbólica. Aquí la tripulación del barco por orden de un capitán, que no anda con chicas, se obliga a atravesar el Cabo de Horno y que como todo sabemos ha cobrada muchas vidas, siendo un lugar de encuentro del Océano Atlántico con el Océano Pacífico.
En palabras de Carlos Ameyugo (patrón de vela del barco Sebastián Alcano, de la armada española), es “un paraje desolador, pero también bonito; en el que se juntan todos esos accidentes geográficos con los nubarrones negros de tormenta y entre los que se llega a escapar algún rayo de un sol que no calienta absolutamente nada”
El segundo y simbólico gesto de coraje, lo represento en el tema sifónico “Scheherazade” op 35 de Rimsky – Korsakov, dirigido por Leif Segerstan, con la orquesta de Galicia, a la altura de los 44 minutos y en donde se interpreta en su música, aparte de la fiesta en Bagdad el naufragio del barco de Simbad, en una tempestad y al chocar contra una roca, en cuya cima hay un guerrero de bronce, el director grita e invita a todos los integrantes de su orquesta a, junto con gritar también, a desafiar el crítico momento con valentía, con coraje.
Esto, en la vida real lo han vivido muchas personas, en donde cabe “apechugar” con valentía y coraje en algún momento de dificultad. Bueno y en lo personal recuerdo haber cruzado un potrero amplio y plano, en el sector de Chufquén y a medio camino se ha desencadenado una tormenta de relámpagos con sus correspondientes truenos y sin tener, el suscrito, alguna protección posible, salvo seguir avanzado hasta llegar a su término en una corrida de eucaliptos, 100 metros más allá.
He tenido otras, como cuando en plena Avda. Caupolicán moviéndome en moto, fui siendo arrinconado contra una protección metálica de vereda por un camión tráiler maderero vacío y en donde los aparatos (asas) que sujetan los postes para llevar los maderos de pino o eucalipto, pasaron a menos de una cuarta de mi hombro izquierdo. No había tiempo para rogar, salvo mantener la máxima frialdad para ir sorteando cada uno de estos aparatos metálicos.
Pues bien, y a modo de conclusión, se puede decir que el mundo de hoy en sus diversos avances lo ha sido gracias a personas valientes, corajudas y, por ciento, cuantos de ellos dieron la vida por lograr objetivos de guerra, de conquista, de descubrimientos. Si el mudo estuviese cubierto de timoratos, apoyados en la ignorancia, todavía estaríamos en la prehistoria y que, de seguro, los de ahora, criticarán este tema