En la Escuela Normal Rural Experimental de Victoria los días lunes se procedía a una iniciación del período semanal de clases con un pequeño acto y que estaba a cargo de algún curso. En este acto se entonaba el Himno Nacional, había una alocución de algún representante del curso que estaba a cargo, un número musical y, finalmente, la entonación del Himno de la Escuela.
A esto, los normalistas de aquel entonces, lo denominábamos calducho, no sé por qué, pero así era su nombre. No puedo olvidar el realizado por un curso que, justamente, se inició con el Himno Nacional y luego el locutor a cargo, indica que para finalizar este solemne acto se interpretará por todos los presentes el Himno de nuestra escuela normal. La rechifla creo se escuchó en toda Victoria.
Pues bien, estimados lectores, al hacerme cargo de la Escuela Rural de “Quilaco” (en la comuna de Traiguén) junto a mi colega y amigo Hernán Cartes los días lunes hacíamos también el acto de inicio de la semana, con el Himno Nacional, una poesía o canto de algún alumno y la entonación del himno de la escuela (pues había credo uno). Esto era por turno, cada semana le correspondía a uno de nosotros.
Pero todo esto del acto del día lunes, procedía en todas las escuelas rurales del país, sin importar si era unidocente o polidocente. Los alumnos rurales se formaban en un rústico patio frente al mástil de la bandera y una pareja de ellos eran los encargados de izar nuestro pabellón patrio.
Aún más, también se realizaba en los colegios y liceos de todo Chile. Así en mi paso por la Escuela Superior de Hombres N°1 lo hacía en la jornada de la mañana y en donde se lucía nuestra colega Eliana Valdebenito con su acordeón y todos entonábamos el himno nacional. En la jornada de la tarde la encargada de amenizar el acto era la profesora Lilian Hahuensteins, también con su acordeón. En ambas jornadas el Director, “Emilio Gallardo Ayenao hacía mención a los logros de la semana pasada y a lo que correspondía en la semana que se estaba inaugurando y a ser buenos alumnos y alumnas.
En el Liceo de Hombres de Traiguén, en donde estuve varios años, también procedía el acto matinal, a cargo de un profesor jefe y su curso. Aquí se resaltaba los triunfos o hechos destacados en que había habido participación de alumnos de estos establecimientos, junto a las palabras del Director en similar deseo de ser todos activos estudiantes.
Reitero esto era en todo Chile, hasta que se acabó las escuelas normales y también con las directrices superiores del Ministerio de Educación. Según esta, esos quince minutos eran más provechosos en horas de castellano y/o matemáticas
Bueno, por qué traigo a colación este tema. Ocurre que, en la construcción de la nueva constitución, a ser aprobada en diciembre de este año, se está viendo la idea de que vuelvan estos actos de día lunes y al respecto existen rechazos de profesores de la generación del período militar. Ellos no vieron el período anterior en donde cada acto era una forma de reunir a todo el alumnado para recibir información que apuntaba a una sola cosa, independiente de su forma de realizar. IDENTIDAD. Era una preciada forma de que el alumno / a pudiera crecer en la identidad con su colegio y esos quince minutos no eran de daño a alguna asignatura, toda vez que a continuación del acto y llegado cada curso a la sala, se procedía con el consejo de curso para atender a tareas propias como semaneros, entre otros. Además, que había un programa de jefatura de curso para que el/la profesor/a jefe la realizara en esa media hora, como ética y valores morales.
Demás sabemos, que el dar más minutos a estas horas de castellano y/o matemáticas y con el debido respeto a los docentes que les corresponde realizarlas, no han dado resultado. Ahí tenemos la pobreza del uso del lenguaje y la escritura de hoy en Chile y qué decir de las matemáticas, lo dicen las mediciones internacionales.
Ante esto, estimo que el Ministerio de Educación en conjunto con el Colegio de Profesores (hoy Profesionales de la Educación), se reúnan y analicen el volver a esta práctica escolar, entendiéndola como una actividad de identidad y de fortalecimiento de la buena convivencia escolar.
Ah… sobre la diferencia de un profesional de la educación y un profesor hablaré en una próxima oportunidad.
En cuanto al término “calducho” y a modo de recuerdo, nuestros padres y madres especialmente, lo hacían con harina tosta y un huevo revuelto para servirle a quien había estado de juerga en la noche anterior.
Un abrazo a todos.