
Por Alberto Cifuentes Avello
Profesor
“La información gobierna el mundo”. Winston Churchill.
“y la desinformación también”. Arca
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Tema: LOS LIBERTARIANOS
Ambito: Política del Idealismos
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El tema de actualidad, con el que inicio los del año 2025, es relacionado con, justamente, plena actualidad y que está en la información pública vía la prensa, la radio y la televisión.
Es interesante hacer ver que en su contenido hace mención a conceptos, orígenes, fortalezas, debilidades. Así, también, está basado en diversos textos y páginas web que se refieren a esto del “libertariano o libertarismo”.
Dicho lo anterior, procedo a exponerlo.
Al hablar de libertarios, me refiero a un conjunto de ideas que se centra en dar a las personas máslibertad de elección en los ámbitos económico, social, religioso y político. Sus principios se basan en lalibertad individual, la propiedad privada y la no intervención del gobierno en la economía y en la vida de los ciudadanos
Entre otras, las características principales del libertarismo son:
Libertad política: Fuerte protección y expansión de las libertades civiles y una reducción general del poder de un gobierno. El libertarismo busca formas constantes de aumentar la autonomía del individuo y quitarle autoridad a cualquier gobierno estatal o federal centralizado.
Libre asociación: Poder abandonar y unirse a grupos a voluntad sin importar la asociación política, social o religiosa.
Libertad de elección: Las personas pueden tomar decisiones de vida sin la participación del gobierno. Pueden elegir carreras, dónde vivir, con quién casarse, cómo viajar, qué comprar o vender, qué negocio iniciar y mucho más.
Individualismo y asociación voluntaria: Un fuerte sentido de empoderar a un individuo para lograr logros y no como una unidad colectiva, a menos que así lo desee, sino sólo de forma voluntaria, no obligado a formar parte de un grupo.
Los seguidores del libertarismo se desarrollan en empresas como en individuos. El libertarismo adopta una postura firme sobre el capitalismo de libre mercado y cree que las empresas también deberían disfrutar de libertad política, asociación, libertad de elección e intercambio voluntario para que puedan prosperar. Ayudando así a que la sociedad sea mucho más eficiente.
El libertarismo o, también, “libertarianismo” es relativamente moderna en el curso de la historia humana, pero la historia del libertarismo puede rastrear sus raíces en todo tipo de épocas de la historia humana. Ha habido antiguos ideales de libertad personal que se remontan a la antigua China, la Grecia clásica e incluso en Israel durante los gobernantes imperiales romanos.
Durante el Renacimiento, la sociedad pudo pensar más por sí misma, lo que provocó el declive de la autoridad de los reinos y de la Iglesia Católica. La era histórica que más se destaca por influir en el libertarismo es la de los siglos XVII y XVIII d.C. Durante la Era de la Ilustración en Europa, filósofos como John Locke y Thomas Paine escribieron, debatieron y discutieron ideas sobre propiedad privada, fuertes libertades personales y cómo la tarea número uno del gobierno es garantizar los derechos de sus ciudadanos.
Thomas Jefferson y otros políticos estadounidenses incorporaron estos ideales en la Declaración de Independencia. Estos escritos influyeron en la filosofía moderna de los libertarios y ayudaron a establecer una base para el movimiento. Estados Unidos proporcionó una base excelente para la fundación de la era moderna del libertarismo, pero hoy en día, estos ideales se pueden encontrar en todo el mundo. La filosofía del libertarismo tal como se la conoce hoy se desarrolló durante el siglo XX.
Generalmente se acepta que la era moderna del liberalismo comenzó con la formación del Partido Libertario en la década de 1970. Es importante tener en cuenta que no todos los seguidores del libertarismo son miembros del Partido Libertario, y muchos autodenominados seguidores del libertarismo pueden no estar de acuerdo con el partido.
El Partido Libertario (en inglés: Libertarian Party), es un partido político libertario de los Estados Unidos. Fue fundado el 11 de diciembre de 1971 por Murray Rothbard y David Nolan.
El partido promueve una plataforma liberal clásica, en contraste con el liberalismo y el progresismo modernos del Partido Demócrata y el conservadurismo del Partido Republicano. Entre sus promesas electorales está conseguir la mínima intervención económica del Estado, la desregulación total y una drástica reducción de impuestos.
Sin embargo, gran parte de la filosofía está conectada e influenciada por el propio partido debido a la financiación y los esfuerzos organizativos del que disfruta. Algunos líderes contemporáneos del pensamiento político libertario son Ron Paul, Rand Paul, Tom Woods y David Boaz.
Hay tres tipos principales de pensamientos libertarios en la lista: derechos naturales, consecuencialistas y anarcocapitalismo.
Libertarismo de los derechos naturales. Es un firme partidario de los escritos y argumentos de John Locke. Creen que el objetivo principal y la única responsabilidad del Estado deberían limitarse a salvaguardar la libertad personal.
Libertarianismo consecuencialistas. Apoya fuertes derechos de propiedad privada y el sistema capitalista sólo si conduce a la eficiencia de la sociedad colectiva. Los consecuencialistas creen que una menor intervención gubernamental es un aspecto positivo para una sociedad mejor, pero no en aras de una disminución de la prosperidad para la mayoría.
Anarcocapitalismo. Es una rama de extrema derecha de la filosofía libertaria. Defiende la plataforma de que no hace falta ningún tipo de gobierno. Apoyan la eliminación total de cualquier gobierno centralizado. Creen que la sociedad podría gestionarse mejor mediante un sistema de propiedad privada e intercambio voluntario.
La Filosofía Política del Libertarianismo se centra en el concepto de soberanía personal y la disminución de la participación del gobierno en todas las áreas de la vida. Los principales principios del libertarismo son la autonomía personal, la libertad política, la libre asociación, la libertad de elección, el individualismo y la asociación voluntaria. El libertarismo cree firmemente en la empresa de libre mercado y piensa que las empresas y la sociedad en su conjunto son mucho más eficientes cuando el gobierno es el menos involucrado.
El libertarismo se remonta con mayor precisión en la formación de la filosofía moderna atribuida a la era de la Ilustración de los siglos XVII y XVIII. Escritores como John Locke, Thomas Paine y Thomas Jefferson son considerados pensadores libertarios y que han influido en el movimiento actual en los tres tipos principales de libertarismo: de derechos naturales, consecuencialistas y los de anarcocapitalismo.
Aunque el apoyo al libre mercado se ha fortalecido en las últimas décadas, el libertarismo aún sólo puede considerarse un movimiento marginal. La mayoría de la gente sigue creyendo que muchos problemas sociales se deben a «fallos del mercado» y que, por tanto, requieren la intervención del Estado para «resolverse».
A pesar de los evidentes defectos del socialismo moderno —con su improbable combinación de Estado benefactor redistributivo y capitalismo de globalistas — y a pesar de los sólidos fundamentos filosóficos y empíricos del libertarismo, el liberalismo de Ludwig von Mises aún está lejos de gozar del apoyo mayoritario que tanto merece.
La importancia de las causas
Al respecto, las principales causas de los movimientos libertarianos se basan en las debilidades que el estado ha ido creando en su diversidad y que desde su creación y desarrollo no han sido superadas, en especial en el favorecer a lo que se entiende debe proteger, al pueblo.
Mencionemos a “El crepúsculo de los ídolos”, Friedrich Nietzsche reprendió a la sociedad moderna por seguir cometiendo errores, en lo que democracia se instala como de causalidad; a saber, «el error de la falsa causalidad», «el error de las causas imaginarias» y «el error de la confusión de causa y efecto». Por desgracia, estos errores se cometen con frecuencia en todos los ámbitos de la vida económica y política.
Nietzsche consideraba que el error de la confusión de causa y efecto era el más peligroso; lo llamaba la «perversión intrínseca de la razón». No era una exageración, teniendo en cuenta las repercusiones de esta inversión demasiado común de la causalidad. Por ejemplo, este error se produce cuando se absuelve al Estado de las nefastas consecuencias de sus acciones anteriores, facultándole así para legitimar políticas que «resuelven» problemas de los que el propio Estado era originalmente responsable.
Sin embargo, en tiempos difíciles —porque esta causa original de las recesiones no se reconoce generalmente— el propio Estado es buscado por la sociedad para «salvar» la economía a través de medidas como rescates o reducciones de los tipos de interés (que benefician sobre todo a los grandes bancos e industrias estratégicas). Esto, a su vez, prepara el terreno para el siguiente auge artificial, y el ciclo continúa.
El alto desempleo también es un fenómeno causado por el Estado, cuando impone leyes laborales rígidas y elevados impuestos a las empresas, cuando redistribuye «generosos» subsidios de desempleo y cuando permite la inmigración sin formación para la que no hay demanda en el sector privado. Sin embargo, cuando el desempleo se vuelve «demasiado» elevado debido a estas acciones, se espera que el propio Estado resuelva el problema, por ejemplo, ofreciendo incentivos fiscales a las empresas para que contraten a trabajadores poco cualificados o contratando a más funcionarios.
La falacia del «fallo del mercado»
Parece contraintuitivo creer que un agente responsable de los problemas sociales deba ser también el que los resuelva. La única razón por la que se sigue aceptando esta lógica errónea es por los errores de causalidad. Las causas reales de los problemas económicos no son bien comprendidas por el público en general y a menudo se confunden con sus consecuencias.
En economía, este desprecio por las conexiones causales ha causado probablemente tanto daño a las sociedades como los conflictos internacionales antes mencionados, al dar rienda suelta a quienes ven pocos límites a la regulación estatal de la vida económica y social.
El mismo razonamiento es aplicable a un aspecto que suele achacarse al libre mercado: las «externalidades», o los costes «externos» que a veces soportan terceros.
El caso extremo de esto es el concepto de «tragedia de los comunes», que suele utilizarse para justificar las numerosas iniciativas «verdes» globalistas para «combatir» el cambio climático. Al margen de si existen motivos apocalípticos para apoyar políticas sociales descendentes tan extremas, la opinión libertaria es que la causa real de muchas «externalidades» suele ser que los derechos de propiedad privada no se han definido adecuadamente.
Dado que se hace caso omiso de la causalidad, los problemas sociales y económicos como los mencionados anteriormente suelen atribuirse a «fallos del mercado», lo que reduce la credibilidad del libertarismo entre el público en general.
De hecho, el libertarismo suele ser rechazado por la mayoría como sistema político y económico porque los problemas sociales se atribuyen erróneamente a la incapacidad del libre mercado para aportar soluciones. Rara vez se percibe que las causas reales de estos problemas son, en primer lugar, las intervenciones estatistas en el libre mercado.
Los libertarios siempre han reconocido la importancia de la causalidad, como reza el título de la obra magna de Mises Acción humana. Carl Menger, el fundador de la escuela austriaca de economía, mencionó explícitamente que había «dedicado especial atención a la investigación de las conexiones causales» como un medio importante para comprender los procesos económicos.
Es importante señalar que ésta no era sólo la postura de la Escuela Austriaca en aquel momento, ya que «la búsqueda de estas leyes causales de la realidad fue en gran medida una empresa internacional entre los economistas en el último cuarto del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial». Sin embargo, por varias razones, este interés por las conexiones causales en la investigación económica se perdió después.
Una mejor comprensión de las conexiones causales conduciría a un aumento de la popularidad del libertarismo al demostrar que el mercado sólo fracasa cuando se ve constantemente perturbado por la intervención del Estado.
Para ello menciono a Murray Bookchin fue un pensador político estadounidense conocido por ser uno de los pioneros del concepto de ecoanarquismo; Noam Chomsky es un intelectual y activista estadounidense ampliamente reconocido por sus críticas al capitalismo y al imperialismo; Angela Davis es una activista afroamericana que ha destacado por su lucha en defensa de los derechos civiles, de género y de los oprimidos en general.
Expuesto todo lo anterior, mis personales reflexiones apuntan a que hoy, está existiendo, especialmente en el mundo occidental un fuerte crecimiento del ideal de libertarismo y que propende en dejar al mínimo el Estado.
Quienes hoy está postulando este ideal libertariano, y digámoslo de frentón, tienden a destruir al Estado, basados en su continua inoperancia causada por quienes políticamente deben hacerla eficiente, con utilización de ella para sus propios intereses en menoscabo de lo que se supone defender, al pueblo.
Por su parte el pueblo, se acostumbra a sostenerse de lo que el Estado le proporciona, sin buscar sus propias formas de elevar su plusvalía, mantiene la burbuja de que “el estado provea”.
Así tenemos hoy, en reciente asunción del poder de los EE UU, a un grupo que contiene corrientes del liberalismo, apoyado por un elevado grupo de electores. Pero mas que eso de un y nunca visto, un poder económico (multi billonario), además de un congreso a su favor. No es menor que en este mismo gobierno está, también, dueños (si dueños) de empresas manejadoras globales de la información y de la IAG, lo que nos hace ver del punto de la novedad global, que se está iniciando un gobierno mundial.
Históricamente se ha intentado crear gobiernos mundiales, desde los tiempos de los egipcios, griegos (Alejandro Magno), muy cerca con Hitler. Hoy aparece otro.
Solo la sociedad organizada, que cree y defiende con ética y moral a la democracia podrá deshacer estas nuevas instancias de poder. Y especialmente en nuestras decisiones en las urnas y en donde nos toque ser parte de la defensa de un estado fuerte y de verdad de bien común. Esto es, apoyando un trabajo privado que contiene progreso en todo aspecto en la comunidad y al mismo tiempo en un marco solidario (no populista), en favor de aquellos sectores que deben ser impulsado a ser parte del bien común.