Hemos llegado al mes de agosto que positivamente enfrenta días con mayor calidez natural, como así también inicio de la explosión en la belleza de las flores y que los aromos nos están ya demostrando en los entornos de la región.
En el ámbito de la educación, especialmente, es el mes de la montaña y en donde se intenta reforzar que el bien común contempla favorecer la protección de todo tipo de arboleda como es la nativa por parte del ente común y la artificial por parte de la empresa e industria forestal.
Aquí es donde se producen los dilemas de disminuir esta segunda seguridad forestal o aumentarla. Lo último el de aumentarla está relacionada con la disminución del plástico a nivel mundial y que debe ser reemplazado por la celulosa.
Acorde a un trabajo que hice el 2022 (Araucanía. Conflicto del Estado de Chile”), la empresa forestal chilena necesita ocupar una mayor cantidad de hectáreas para crear más plantaciones, en especial eucalipto, siendo la especie “eucaliptus globulus”, ideal para producir papel (impresión y escritura), dado que su madera está compuesta por fibras cortas, significando mayor cantidad de fibras por unidad de peso. Produce mayor cantidad de pulpa.
Pero no sólo se necesita para producir papel, porque esta pulpa permite otros usos que reemplazan al plástico en vasijas, artefactos, muebles finos y gruesos hablando en el lenguaje de uso menor (hogar, oficina, salas) y de maderos de mayores proporciones para construcciones diversas.
Demos algunos datos: De acuerdo a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras Chile, vía Ministerio de Agricultura, año 2019, en nuestra región de La Araucanía existe un total de 1.631.386 ha. De estas 240.283 ha se ocupan en la agricultura y ganadería; 35.909 en silvicultura y extracción de madera y 15.226 en fruticultura.
En el caso de la Cordillera de Nahuelbuta contiene terrenos abruptos que son ideales para la arborización forestal artificial, entendiendo que no son aptas para la agricultura. Pero, en el mismo terreno, contiene riquezas en arboleda natural que aparte de su belleza permiten diversidad de vida de aves silvestres, mamíferos menores y que en los días de intensas lluvias sujetan el agua que se corre hacia los ríos, evitando inundaciones. La foresta natural en su follaje tanto de árboles como arbustos y hierbas detiene mucha agua de lluvia, al contrario de la foresta resinosa que la hace escurrir con mayor rapidez y aumentando muy rápido los caudales de agua mayores, viéndose estos obligados a ocupar riveras en grandes extensiones.
Pues bien, esas mismas tierras, están en litigio dado que históricamente han sido utilizadas por los mapuches (en general) y sabemos que, al día de hoy, existe una comisión (de las tantas que ha habido), intentando “mitigar” lo que con y sin papeles legales se les quitó, especialmente en el período de la colonización, por el Estado de Chile.
Entre las regiones VIII, IX y X se otorgaron 2.918 Títulos de Merced, con una superficie total de 510.386,67 hectáreas. En la actualidad un porcentaje de estas tierras se encuentra perdidas y/o usurpadas y han salido del dominio indígena, mediante diversos mecanismos legales e ilegales. Recordemos que existen asentamientos urbanos en muchas de ellas.
Pero esto tiene y como se está viendo la arista de la necesidad de maderas a nivel mundial y Chile es un gran productor de esta materia prima. Significa una tarea inmensa para poder salir airosa en esta comisión en el esfuerzo de llegar a lo que se busca, la paz en la Araucanía.
Mientras, celebremos, en familia, el mes de la montaña, concurriendo a lugares de expresión natural de los bosques, la nieve o plantando un árbol, sin regarlo si está lloviendo porque eso solo se les ocurre a las autoridades cuando van a un acto público de esa naturaleza.
Por Alberto Cifuentes Avello – Profesor