OTOÑO Y LOS ROCES “AUTORIZADOS” por Alberto Cifuentes

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Por Alberto Cifuentes Avello

ARCA

Profesor

Ya entramos a la estación de otoño y se nos viene encima el cambio de hora, siempre discutido entre las personas comunes y los expertos en esto del reloj.

Este tema de actualidad lo estoy realizando mientras la parte urbana de Traiguén esta plena de humo por incendios sectoriales. Es tal esta situación que estamos con nuestros hogares impregnados con humo. Las vestimentas igual.

Bueno dado el avance de los días, vamos dejando atrás algunos del verano que aparte de la alta temperatura nos dejó – al menos en nuestra provincia de Malleco –, varios incendios forestales.

El tema en sí y considerando publicaciones internacionales recibidos recientemente, puedo observar que mientras se estaba empezado a asimilar el concepto de incendios de sexto generación, unos megaincendios inextinguibles en la práctica, nos enfrentamos ahora a un nuevo concepto que parece bien a los incendios devastadores de enero de 2025 en California.

Así se observa que la señal del cambio climático en estos incendios es inequívoca, al ser responsable de unas condiciones alrededor de 5⁰ C más cálidas, un 15 % más secas y un 20 % más ventosas de la habitual, se habla de que estos incendios resultan de unos “latigazos hidroclimáticos”.

Estos latigazos, resumidos son de carácter súbito, fulgurante y brutal de los nuevos eventos climáticos extremos. Así, también, el adjetivo hidroclimático pone énfasis en el importante papel del agua en el nuevo clima.

De acuerdo a los temas recogidos, la magnitud de los incendios de California se debió a los vientos del diablo o de Santa Ana, especialmente virulentos, y a una vegetación y unos suelos extraordinariamente secos tras un largo verano y un otoño sin lluvias.

La dana (fenómeno meteorológico que provocó las lluvias torrenciales que han dejado decenas de muertos en el sureste de España), estuvo asociada al cambio climático, lo que la hizo mucho más probable e intensa. Esta dana también entraría dentro del concepto de latigazo hidroclimático, en este caso por unas lluvias torrenciales de auténtico récord.

En ambas situaciones, las de sequías extremas y las de lluvias torrenciales, son en realidad dos caras de una misma moneda. La moneda se llama atmósfera cálida que obtiene agua líquida de los ecosistemas y la almacena en forma de vapor en la propia atmósfera. Cabe recordar que, por cada grado centígrado de calentamiento, la capacidad de la atmósfera para retener la humedad aumenta un 7 %. Cuando se dan las condiciones para una precipitación, las cantidades de agua en juego en una atmósfera recalentada son muy superiores a lo habitual. Mientras llegan esas lluvias, los ecosistemas y los paisajes, sean humanizados o no, sufren una gran sequía.

California es todo un modelo de latigazos hidroclimáticos. Los inviernos de 2022-23 y 2023-24 llevaron a California precipitaciones sin precedentes, alimentadas por decenas de ríos atmosféricos. Los pueblos de montaña quedaron sepultados bajo la nieve, los valles se inundaron con la lluvia y el deshielo, y se produjeron corrimientos de tierra en todo el estado. A estos diluvios les siguió un calor estival récord y un comienzo de la temporada de lluvias de 2025 marcado por la sequía. La vegetación seca resultante proporcionó abundante combustible para la serie de incendios forestales que vendrían a comienzos del 2025.

Los estudios y los modelos estiman nuevos aumentos en estos latigazos con el calentamiento actualmente en curso. Así, aquellas regiones terrestres que se lleguen a calentar 3º C o más respecto a la era preindustrial (recordemos que ya andamos en el entorno del 1,5 º C de calentamiento promedio) experimentarán aumentos de los latigazos subestacionales del 113 % y de los latigazos interanuales del 52 %.

El aumento de la volatilidad hidroclimática irá amplificando los peligros asociados a las rápidas oscilaciones entre estados húmedos y secos. Peligros entre los que destacan inundaciones repentinas, incendios forestales, corrimientos de tierras y brotes de enfermedades. Estos riesgos crecientes requieren de un cambio en la gestión del agua, combinando la prevención y manejo de riesgos asociados tanto a la sequía como a la inundación.

Visto lo anterior, en Chile, los incendios forestales están afectando cada vez más patrones y procesos ecológicos que son cruciales para la biodiversidad, además de producir impactos sociales y económicos críticos. La discusión científica actual señala que las plantaciones exóticas, la sequía prolongada y temperaturas récord atribuidas al cambio climático, hacen del centro-sur de Chile una de las zonas más propensas al fuego en el mundo.

Es importante, sin embargo, profundizar en el análisis y dejar de pensar solamente en el cambio climático como causa principal de los incendios forestales. Partir de un diagnóstico erróneo no servirá para encontrar soluciones ante la creciente amenaza de los IF.

Si revisamos los datos actuales que tenemos disponibles, éstos muestran que la zona centro-sur de Chile es una de las más propensas a nuevos IF en el mundo. En los últimos cinco años, la superficie quemada alcanzó casi el millón de hectáreas. Aunque los factores climáticos pueden amplificar el impacto de los incendios, la mayoría de los incendios forestales de las últimas décadas en el sur de Sudamérica (incluido Chile) han sido causados por el hombre, ya sea intencionadamente o por negligencia en el uso del fuego.

Se debe hacer notar que es necesario favorecer en la legislación, más que leyes punitivas, definiciones con mejores planificaciones y, por supuesto, mejor educación, justamente, teniendo como centro la ecología del fuego y sus impactos tanto rurales como urbanos (como ahora en Traiguén)

Los avances científicos y tecnológicos actuales ofrecen grandes oportunidades para mejorar sobre todo la prevención y también la mitigación de futuros incendios. En primer lugar y antes que todo, es necesario tener claros los conceptos básicos relacionados con los incendios forestales. Esto es imperativo si se quiere informar objetivamente a la sociedad y a los responsables de la toma de decisiones.

Es interesante registrar aquí un poco sobre lo que está ocurriendo con la Conferencia de las Partes (COP, por sus siglas en inglés) es el órgano de toma de decisiones más importante de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y que tiene su próxima reunión en noviembre de 2025 en la ciudad amazónica de Belém, en Brasil y en donde promete consolidar acuerdos clave para el financiamiento de las medidas de mitigación y avanzar hacia la protección de la preservación de bosques y biodiversidad.

Aquí existe una debilidad, dado que mientras los tomadores de decisiones debaten sobre la reducción de emisiones y los mecanismos de financiamiento, un pilar crucial de la gobernanza climática –el empoderamiento público– sigue siendo marginado.

Así, mientras los cambios necesarios se discuten a nivel internacional, las medidas para fortalecer a los aliados de la sociedad civil de base a nivel nacional siguen siendo insuficientes, y la lucha climática enfrenta dos retrocesos clave en América Latina: el creciente auge del negacionismo climático y el aumento de las amenazas contra defensores ambientales.

Siguiendo los temas especializados que obran en mi poder, en Brasil, Jair Bolsonaro atacó la ciencia climática, despidió a investigadores y suprimió datos sobre deforestación. En Argentina, el presidente Javier Milei desestimó el cambio climático como una “invención socialista”, se retiró de la COP29 y desmanteló instituciones ambientales. En Chile y Colombia, facciones de determinados sectores están fomentando la desconfianza en los acuerdos climáticos globales, debilitando los compromisos de sus gobiernos con el Acuerdo de París.

Mientras los líderes de extrema derecha y las corporaciones cuentan con recursos, redes y acceso directo al poder, la sociedad civil carece del capital político necesario para influir en las batallas climáticas nacionales. Los defensores ambientales en América Latina enfrentan niveles crecientes de violencia, con gobiernos y empresas utilizando el acoso, la vigilancia y la criminalización para silenciarlos.

De acuerdo datos (Bibliografía adjunta), ocurre que, en Brasil, quienes resisten la deforestación sufren arrestos, ataques físicos e intimidación en línea. En Argentina, el Gobierno de Milei ha reprimido a grupos indígenas que se oponen al despojo de tierras, criminalizando el activismo climático. En El Salvador, Nayib Bukele ha instrumentalizado las fuerzas de seguridad estatales contra los defensores ambientales, recurriendo a detenciones arbitrarias e intimidaciones para acallar las críticas a sus políticas extractivistas.

En toda la región, los asesinatos de defensores ambientales han alcanzado niveles alarmantes, haciendo de América Latina la región más peligrosa del mundo para el activismo climático. Sin embargo, la ACE no proporciona protecciones concretas ni herramientas para exigir responsabilidades a los gobiernos. Mientras las corporaciones y los grupos negacionistas influyen en las políticas climáticas y los gobiernos reprimen la oposición, los activistas carecen de los recursos legales y financieros para contraatacar.

Estamos viviendo, entonces, en dos verdades y ambas se ven creíbles, la que indica

que la información gobierna el mundo de Winston Churchill y la desinformación también de Arca. En el intertanto se producen fenómenos atmosféricos y climáticos que está produciendo catástrofes poblacionales y a las cuales las autoridades de gobierno solo atinan a hacer presencia con una palabra de aliento y posibles soluciones, para quedar bien ante la prensa, la radio y la televisión, necesitadas de cubrir espacios informativos.

BIBLIOGRAFIA:

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