Tema: «LA IRRELEVANCIA DE LA HUMANIDAD» por Alberto Cifuentes

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Por Alberto Cifuentes Avello

Profesor

Observando lo que mundialmente está ocurriendo podemos decir que la humanidad en gran parte de su población aparte de estar en un estado de debilidad y viviendo en la subsistencia, se desarrolla en procesos de continuas movilizaciones ingresando a sectores en donde estima tendrá un mejoramiento de su calidad de vida.

Las salidas en masa desde países africanos y latinoamericanos nos hacen ver el principio de lo que ocurrirá en un periodo cercano, atendiendo al aumento del nivel del mar y, por ende, ocupando espacios continentales ya sean europeos u de países americanos, con mejor estándar de vida. Serán ahí millones de seres humanos que abandonarán sus hogares para buscar un lugar en donde con muchas dificultades seguir subsistiendo.

Esto me hace recordar en el gran valle del Serengueti (llanuras interminables, en lengua Masái, Tanzania, Africa), el movimiento de enormes masas de diversos mamíferos hacia otras zonas en busca de pasto y agua. Miles de Ñu y otros se desplazan por mil kilómetros, en un proceso de migración natural.

En el caso de masas humanas las hacen por condiciones autocreadas y que, en verdad y con las diferencias del caso, pasan a ser similares a las de los Ñu.

Pero, si el lector de este tema de actualidad ha sido perspicaz, habrá observado que en los párrafos recientes he escrito sobre “masas” tanto de animales como de humanos y que para quienes los contienen en sus manos, son meros números. No existe el niño, la mujer, el anciano, solo masas.

Y dentro de ellas, soterradamente, emergen poderes para dominar sus entornos, ya sea a través de ofrecimientos políticos o religiosos.

No es ninguna novedad que los países del norte, sean norteamericanos u europeos, nos miran tanto a los sudamericanos o africanos como meros lugares de recursos minerales, vegetales, turísticos para sus personales e individuales necesidades que incluye gustos hedonistas. No existimos, no somos nada, salvo manos de obra para extraerles y prepararles sus, ya dichas, variadas necesidades.

Esto es aún, más brutal, cuando indican que debemos usar sus idiomas, en especial el inglés para entender las instrucciones de las máquinas que se deben manejar en la elaboración de sus productos.

Como se dice por ahí: ¿Qué nos queda por hacer?

Bueno, en primer lugar, darnos cuenta no con palabras de políticos dogmáticos y en el mismo tono de religiones foráneas, de lo que realmente valemos, de la educación formal que realmente se entrega, de los programas de televisión que se ven a diario y del circo y pan del cual vivimos. Resumido, de la inducción que a cada instante somos objetos para mantenernos en la irrelevancia humana.

Es mover, en cada lugar, la creación de poderes distintos, menores en principio con capacidad de fortalecer lo nuestro y especialmente nuestra educación histórica, la local y no la de los países nórdicos.

Se trata de reconocer, con altura de mira, lo que en verdad tenemos, lo que es nuestro y en el mismo reconocimiento, de nuestras propias capacidades de progreso.

Aquí, un paréntesis. No estoy emologando a Marx, Engels, Lenin u otros similares, pues ya sabemos que sus teorías sociales fracasaron. Con la modesta educación que tenemos y en la capacidad de pensar libre, sin ataduras religiosas o políticas partidistas ir afianzando en nuestras generaciones que nos siguen un pensamiento de fortalecer lo local.

Bueno, empecemos por lo más inmediato. Las próximas elecciones de autoridades pagadas por el Estado. Que, en nuestro interior, sopesemos los valores de cada candidato, de su capacidad de tener un actuar libre de prejuicios, de egoísmos, de ignorancias. Que sean capaces de actuar sin la capa del color político partidista y que en su visión de autoridad prime un desarrollo local, sectorial o regional teniendo en consideración lo nuevo del mundo, como masas humanas que nos llegan, nuevos acontecimientos ambientales, nuevas tecnologías que crearan nuevos puestos de trabajo y terminaran con otros.

Se debe asumir la actitud del Ñu que, enfrentado el cruce del río Mara, sobresale de los otros al iniciar el paso masivo hacia la otra orilla, entendiendo que tendrá que luchar para no ser comido por los mamíferos carnívoros que los estarán esperando, como así también aquellos reptiles que en el agua los estarán acosando con los mismos fines

Un dato. Si Usted, estimado lector o estimada lectora, es débil, ocurrirá, en el sentido simbólico, lo mismo que el Ñu que es devorado, en estes caso, por las ideas inducidas de quienes quieren gobernar con apetitos personales, incluidos financiero.

Sin violencia y en democracia, se puede cambiar al mundo y no esperar que sea en otros confines. Es ejercer la propia voluntad, libre de elegir al representante que en democracia conduzca con claridad, los objetivos de bien común.

A.R.C.A.

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