
Por Alberto Cifuentes Avello
Profesor
Hoy ocurren cosas que en cuanto IA nos dejan abismados por lo extraordinario que está presentando, haciendo un rompimiento de cosas que se consideraba imposible de poder realizarse.
Pues bien, esto también ocurre entre quienes son partes de una entidad sea grande o pequeña en ámbitos de nivel local, nacional o internacional y esto ocurre en ámbitos políticos, religiosos, entidades sociales, comerciales, financieros, deportivos.
Debemos clarificar que para entendernos como humanos agrupados es necesario crear lineamientos que a todos nos haga sentirnos que se participa y se hace desarrollo basado en estos ordenamientos creados democráticamente. Así aparecen las leyes, los reglamentos las constituciones.
Pongo un ejemplo en que no se produce un ordenamiento creado democráticamente. Si en un concierto en que se interpreta la Quinta Sinfonía de Beethoven, los asistentes son monos, indudablemente sería un enorme desorden. Curiosamente hay sectores en donde ocurre este desorden, me refiero a quienes gritan, se suben sobre las barreras en los estadios, haciendo caso omiso a las reglas que establece, en este caso, el comportamiento en un partido de fútbol.
Pues bien, en estas leyes, reglamentos y constituciones, en el caso que se transgredan, se crean mecanismos que son punitivos y sancionadores y que, en la antigüedad, en caso muy notorios, tenían pena de muerte. Esto en algunos países aún funciona.
Ahora, antes de llegar al punto central del tema veamos que significa transgredir: Buscando en diversos diccionarios y resumiendo, significa quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto.
Así, en el deporte y en el caso del más popular, se establece que la transgresión se sanciona con tarjeta amarilla y si es de reiteración o nivel más fuerte con tarjeta roja. Ahora en el comercio, como otro ejemplo, si se transgreden las leyes de comercio son sancionadas vía ley, aplicada por el aparato o herramienta de la justicia, con penas de detención de sus dirigentes (dentro o fuera de un lugar de encierro) y pago de multas pecuniarias. Esto es común a nivel internacional y que grandes empresas, transgreden los acuerdos hasta que las sorprenden, teniendo que cancelar las deudas que corresponden y que lo hacen con parte de los fondos obtenidos en la transgresión. Al respecto tengo un trabajo realizado varios años atrás en donde toco el tema de las grandes corporaciones internacionales en este y otros que rompen la legalidad.
Pero donde es muy preocupante, es en la transgresión de leyes, estatutos o reglamentos por entidades en donde juega la ética y la moral. Me refiero a entidades sociales y religiosas en donde el común de sus participantes, creen en estos lineamientos para un buen desarrollo democrático y social, la “buena fe pública”
En estas transgresiones participan, al ser descubiertas, las frases “creí que”, “no sabía”, “lo siento”, “pensé que”, “me dijeron que”, olvidando que al asumir responsabilidades se jura o se promete “cumplir fielmente” estos reglamentos, leyes o constitución.
La situación de transgresión se agrava cuando quienes la cometen, ocupan cargos de alto nivel o nivel medio eclesiástico, pastoral, político o de una entidad social de defensa de la ética y la moral. Pues ahí, manifiestamente hay un delito por intereses personalistas, de mantención de poder, de enriquecimiento ilícito.
Es quebrar un huevo, que nunca más podrá ser repuesto.
Valga este modesto tema de reflexión, para cuidar lo que se tiene, lo que se dirige como un crisol de bien común. Reforzar la base de que las leyes, reglamentos o constituciones son para un desarrollo basado en el orden y la disciplina democráticamente dispuesta y que estas valiosas herramientas fortalecen el desarrollo de la humanidad en cultura, fraternidad, solidaridad y la fe pública.