Por : Alberto Cifuentes Avello – Profesor
Estimado lector, le invito por un insignificante momento ubicarse en la posición de Rodrigo de Triana, en el mástil más alto de la carabela La Pinta y en un valioso y emocionante instante percibir que allá en el horizonte es posible atisbar una mancha alargada sobre el mar… ¿Tierra…? Y volver a observar con mayor detención y poder asegurarse que si es tierra.
Pues bien, y ahora le ubico en un departamento de la Universidad de Oklahoma, en donde un programador de computación va a enviar a otro, ubicado en el Stanford Research Instituto, 644 Km de distancia una palabra a través de un computador. La hora indica que son las 22.30 del día 29 de octubre 1969. Se pretende enviar el concepto “login” (iniciar sesión). Ambos ingenieros con teléfono en mano.
Así se escribe la L y se consulta… ¿Recibida? … Respuesta: Yes … Se escribe O … ¿Recibida? … Respuesta: Yes … Se escribe G … Y se produce una colisión. El primer mensaje: LO
Estimado lector, se ha iniciado la internet…
Desde ese entonces hoy sin tener problemas utilizamos equipos cada vez menores. Esa palabra, LO se interpretó como “Lo and Behold”, significando la frase “He aquí”.
He llegado para quedarme. Estoy aquí…
Dos hechos históricos de la humanidad y que por su punto de inflexión han cambiado al mundo en todo, cultura, economía, deporte, etc. Hoy somos del nuevo mundo, el de la cibernética y que por sus características está produciendo enormes diferencias de procesar información, consumos, investigación, relaciones, conductas.
Esta enorme revolución cibernética, en principio muy simple, como es el comunicarse entre tu y yo, hoy está viviendo un tráfico electrónico en la diversidad en donde el ser humano, especialmente el occidental, se está desarrollando.
En la edad media quien fue habitante de aquel entonces, para trasladarse de un sector a otro, dejaba la bolsa con monedas en una casa de cambio (no había billetes), le daban una hoja de cambio por el valor resguardado. De esa manera en el otro sector podía hacer transacciones comerciales. Hoy puedo estar en un sector rural con conexión a internet y hacer una transacción bancaria, sin mayores dificultades utilizando mi equipo celular. A través de este mismo equipo puedo ver a mis familiares y amigos, enviarles imágenes, un trabajo como el que ahora estoy haciendo. Puedo comunicarme con un determinado centro comercial, enviando la foto, del repuesto que necesito, pagarlo y me lo envían vía empresa a cargo de los y traslados.
La medicina me observa vía equipos conectados entre sí y cuando el profesional de la salud me atiende no me mira sino en mayor parte a los datos que se le han enviado a su equipo electrónico de trabajo.
En educación, aparece el profesor cibernético, el que no enseña sino el que guía y orienta.
Las grandes centrales y similares multi empresas y gobiernos tienen vigilantes para atender a los ataques cibernéticos. La política partidista envía información falsa por diversas plataformas para conseguir adherentes venidos de la masa que no lee y solo se conduce dócilmente.
El deporte me entrega el momento preciso, directo y de distintos enfoques la jugada que permite un resultado. Así también, ver en directo, vía internet, a Clara Yumi Kang hacer gala de su eximia capacidad para interpretar en violín una pieza de Beethoven acompañada de una especial orquesta sinfónica. Puedo grabarla para oírla de nuevo, especialmente en el tema “Meditación”.
Puedo leer la última edición de un determinado libro o, de Amado Nervo, leer su poema “Nada te debo vida mía”.
No puede cortarse internet, pues me deja aislado. Es una catástrofe y mi sistema nervioso se altera, entrando en pánico.
En ese mundo estamos viviendo, como cuando vuelto Cristóbal Colón de su primer viaje, crea – también -, una enorme revolución por lo que ha encontrado.
El mundo humano ha cambiado. Es una verdad que ante este escrito (muy reflexivo) aparecerán quienes, en una instancia depresiva, saltarán con un “pero…” Les digo que ese “pero” es inmensamente ínfimo ante el enorme significado de lo que estamos empezando a vivir, ya después de Colón y ahora lo que viene, después de Internet.
Un abrazo. Reitero la frase “He aquí”- Alberto Cifuentes