La escritora traiguenina Pamela Jara Rocha, nos envía una nueva colaboración a nuestro sitio web, ala cual les invitamos a leerla, meditarla y compartirla
¿Es posible perdonar las ofensas y olvidarlas? Así como un padre muestra misericordia a sus hijos, nuestro creador hace que cualquier error o pecado sea borrado por completo y lo olvida. Jamás lo sacará a relucir para acusarnos, condenarnos o castigarnos, mucho menos tomar represalias por dichas faltas.
Dada nuestra imperfección, como seres humanos nunca perdonaremos de forma perfecta por eso, ¿hasta qué grado se espera que perdonemos las faltas ajenas y las olvidemos? ¿Cómo podemos perdonar las ofensas? Estas son importantes preguntas a responder.
Cuando las faltas cometidas hacia nosotros son de poca monta, quizás no nos cueste conceder el perdón. Si tenemos presente que también nos equivocamos seremos más tolerantes con las faltas ajenas. El recuerdo de la ofensa poco importante probablemente acabe difuminándose con el tiempo.
Pero, ¿qué ocurre si el pecado o falta es de mayor envergadura? Tal vez el perdón implique varias cuestiones, especialmente si el ofensor no reconoce su falta, no pide disculpas y tampoco se arrepiente.
Si la herida es profunda, tal vez no logremos erradicar de la mente lo sucedido y ese pensamiento nos angustie demasiado. Según las circunstancias, podemos arreglar el asunto tal vez hablando con quien nos ha causado daño. Así tendremos la oportunidad de aclarar malentendidos, ofrecer las disculpas si corresponden y otorgar el perdón. Pero, ¿qué hay de olvidar?
Aunque no logremos jamás borrar de la memoria lo ocurrido, podemos matizar la situación para verla con equilibrio. Y si no logras que el ofensor admita su error y pida disculpas, ¿puedes perdonar en el sentido de no guardar rencor?
Perdonar no quiere decir minimizar las faltas ajenas. Pero el resentimiento es un peso insoportable y puede consumirnos al punto de generar enfermedades. Vivir pendiente de disculpas que nunca llegan, sólo sirve para frustrarnos más y más. De esa manera permitimos que el ofensor “domine” nuestras emociones.
Perdonar no siempre es fácil y olvidar en el sentido de no utilizar ese hecho contra la persona, tampoco. Necesitamos tiempo, pero bien vale la pena.
Por eso, para una vida más plena, sin cargas, libre y feliz, necesitamos perdonar. Así lograremos la paz interior que supera todo, hasta lo que parece imposible. Tú puedes lograrlo y verás los resultados.