“Ahora están viendo amenazados sus trabajos no sólo los trabajadores manuales, sino también quienes realizamos tareas de cuello blanco, como los periodistas, los agentes de viajes, los vendedores de bienes raíces, los banqueros, los agentes de seguros, los contadores, los abogados y los médicos. Prácticamente no hay profesión que se salve. Todas están siendo impactadas —al menos parcialmente— por la automatización del trabajo.”
Lo recién expuesto son palabras de Andrés Oppenheimer, destacado analista internacional de CNN en Español, expresiones de su reciente libro “Sálvese quien pueda. El futuro del trabajo en la era de la automatización”.
En el contenido de este libro hace ver la fragilidad en que se moverán las masas profesionales humanas y en las que se prevé una enorme cantidad de cesantes profesionales, con título en labores tradicionales o como se dice ahora, repetitivas y que la automatización y la robótica pueden hacer con mayor eficacia.
Pero, desde mi punto de vista tiene que ver – me refiero al futuro próximo – con las autoridades que deberemos tener para que con sus capacidades vayan resolviendo cada instancia que signifique evitar masas ondulantes creadoras de dificultades sociales violentas. Ya no la autoridad elegida por la amistad, todo lo contrario, es elegido por su eficiencia administrativa y profesional, entendiendo que quienes lo eligen son sus autoridades en verdad. Se debe al cumplimiento de lo ordenado por sus electores
Siguiendo con la automatización ya existente, el puerto marítimo de Hamburgo, Alemania cuenta con unos camiones que son planos y están encargados de trasladar los containeres hacia donde son requeridos y que funcionan en forma automática y en días de lluvia, temporal o calor.
Yuval Noah Harari, en su tercer libro nos indica 21 medidas que cada gobierno debe considerar para resolver cada tema que sea un problema. Aparte de hablar de colonialismo de datos y que representa el sueño de todos los dictadores, el de tener todo el control.
Nos habla también, que la desigualdad y en especial en América Latina será mayor. Los poderosos serán mas poderosos sin utilizar a obreros o empleados.
Harari en su nuevo libro “21 lecciones para el siglo XXI”, revisa la problemática política y tecnológica actual. Así, señala que: «Al finalizar el siglo XX parecía que las grandes batallas ideológicas entre el fascismo, el comunismo y el liberalismo daban como resultado la victoria abrumadora del liberalismo. La política democrática, los derechos humanos y el capitalismo de libre mercado parecían destinados a conquistar el mundo, pero, como es habitual, la historia dio un giro inesperado…».
Añade que: «El liberalismo está perdiendo credibilidad justo cuando las revoluciones en la tecnología de la información y en la biotecnología nos enfrentan a los mayores retos» y que «La fusión de la infotecnología y la biotecnología puede hacer que miles de millones de humanos queden fuera del mercado de trabajo y socavar tanto la libertad como la igualdad. Los algoritmos de macrodatos pueden crear dictaduras digitales».
El plantea que, tanto para optimistas como pesimistas, la revolución tecnológica podría significar un momento tan bisagra como la revolución francesa. Aunque advierte: “La revolución de la inteligencia artificial y la automatización no será un evento único sino una cadena de revoluciones cada vez mayores”.
“Así que la verdadera gran pregunta es psicológica. Como seres humanos, ¿tenemos la estabilidad mental y la inteligencia emocional para reinventarnos repetidamente?”, señala el historiador.
Finalmente, Oppenheimer (pág. 321), en cuanto a los profesores y maestros indica que “con la creciente automatización de los empleos, harán falta cada vez más profesores y maestros para educar a la gente a manejar los robots y realizar tareas cada vez más sofisticadas. Habrá dos tipos de empleos: aquellos en que los robots supervisarán a los humanos y aquellos en que los humanos supervisarán a los robots. Y estos últimos serán los mejor remunerados y los que requerirán mayor educación. El viejo esquema en el que uno estudiaba de joven y aplicaba lo que había aprendido durante el resto de su vida se ha vuelto obsoleto. Lo que estudiamos en la universidad hace 10, 20 o 30 años ya es algo prehistórico en la mayoría de nuestros trabajos. Tendremos que estudiar de por vida, en periodos intermitentes, para actualizarnos y reinventarnos según los requerimientos del mercado laboral. Quienes no estudien o no sigan estudiando se quedarán cada vez más atrás”.
Resumiendo, lo recién planteado es algo que se debe considerar teniendo presente que quienes tienen en sus familias generaciones que les siguen, deben ir, dentro de lo posible, orientándolos hacia dónde dirigir sus miradas para que cuando sean adultos puedan tener la capacidad de resolver con eficiencia su vida laboral y con políticas que apunten a considerar que como nunca debe ser necesario el trabajo y la participación en un ambiente de solidaridad.
Es decir, seguir siendo humanos.
Por Alberto Cifuentes Avello – Profesor