[Columna] Alberto Cifuentes Avello : «Las Quemas de Marzo»

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Debemos entender que nosotros, los habitantes del casco urbano de Traiguén, somos una cosa más dentro del marco de la agricultura del sector, por ende, no es importante que tengamos a todo nuestro querido lugar de hábitat, de trabajo, de actividad social y de educación cubierto de humo por las quemas autorizadas por el nivel regional de CONAF.

Es una necesidad para un par de sufridos agricultores y a las cuales nosotros debemos obedecer. Debemos aceptar que nuestros vestuarios adquieran las partículas del humo, que nuestras casa y patios se llene de ese resto de cenizas de los rastrojos quemados.

Debemos obedecer el que tengamos que respirar todo el día y el siguiente el humo reinante, como si estuviésemos fumando.

Si accedemos a problemas respiratorios es un tema menor, por que el mayor es la necesidad del agricultor que necesita quemar ese rastrojo para su propio beneficio agrícola.

Aún más, dice, está fundamentado en que esas quemas enriquecen el suelo y por supuesto a su dueño.

La verdad, hay que tener “cara de diputado” para que los dirigentes de CONAF autoricen estas “quemas programadas”, total serán “apenas unos días”.

Aún más, como nosotros los traigueninos, que vivimos en un terreno bajo, somos seres tranquilos y no sabemos protestar, aceptamos estos “valiosos principios de CONAF y de los respetados agricultores que son parte de esta acción de fuego y humo”.

Escribo todo lo reciente considerando que vengo de Victoria y podía observar el fuego reinante cerca de Quichamahuida y como el humo rodea muchos sectores y finalmente al ingresar en el alto Traiguén, ver a nuestro querido pueblo lleno de humo y olor a humo. Así de simple.

Alberto Cifuentes Avello

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